Ciudad romana.
Como ya hemos dicho, la ciudad romana se levantó sobre los cimientos de la celtíbera, conservando su disposición urbana. Es lógico, ya que este diseño de calles quebradas y direccionadas este-oeste permitía suavizar el fuerte y frío viento del norte. Los sevicios, calles, desagües y aljibes se mejoraron y además se construyeron termas y algunas casas de nueva planta. Aljibes con y sin escaleras, que permitían acumular agua, bien subida desde el río o recogida de lluvia. Calles con aceras y piedras pasaderas. No existieron nunca cloacas, con lo que el sistema de desagüe iba directamente a las calles, que ligeramente inclinadas evacuaban las aguas sucias. Así para cruzar las calles sin mojarse se instalaron las piedras pasaderas. Una magnífica reconstrucción de una casa romana básica, levantada sobre la planta de una antigua edificación arévaca. De fábrica exterior de piedra y estructura de madera. La cubierta es de paja de centeno, similar a su predecesora. Se accede mediante un patio con pozo y horno a una sala de trabajo (molino y telar) y posteriormente a la cocina. Desde ella se abren las puertas de las habitaciones para el descanso. Al final se sitúa el almacén, granero con un acceso directo al corral con cuadra. Las Casas porticadas están situadas en la zona sur de la colina, estando así protegidas del viento. Son las edificaciones más importantes de la ciudad romana. Con una planta en forma de L, tenían un patio porticado y dos pisos con escalera de piedra. Un edificio público del que solo quedan los desagües y las cimentaciones de las columnas de un gran patio porticado alrededor del cual se abrían varias estancias. Unas termas de pequeño tamaño de las que se conservan restos de un caldarium -sala de agua caliente- con sus respectiva bañera.
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